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Sé lo que hay detrás. ¿Vienes? (relato sobre la otra vida, y porqué no hay que temerla)

Estoy muerto.

Lo dejo claro desde el primer momento, porque no quiero andarme con tonterías.

Fui asesinado, aquí es cuando empieza la historia, o mejor dicho, el dilema: ¿por qué estoy muerto?, ¿quién?, ¿qué?, suelen ser respuestas huecas, sin sustancia y llenas de tópicos: robo, allanamiento, desengaño amoroso, descuido ajeno, descuido propio, hay mil maneras de ser asesinado, de estar muerto, de verlo y vivirlo.

Solía ser muy escéptico, me negaba a hablar del hecho de morir, de que nadie escapará y todas esas cosas que se suelen contar con el motivo de sentirse listo a los ojos de los demás, usando tópicos, frases hechas, o tonterías leídas en un libro infantil o de Harry Potter, que para el caso es lo mismo. No quería oírlo de sus bocas ni de la mía, no me gustaba, y creo que era porque esta era mi manera de escapar de la de la guadaña. El no pensar en algo nos libra de ello. Siempre ha sido así. No digo nada extraño ni inteligente. Se hace a todas horas, no se comenta y entonces no existe, como los suspensos en época de estudiante, así puedes seguir riendo al ver el programa de televisión o al comentar algo gracioso, también de la televisión, con ese amigo que no está nunca. Yo vivía en esa laguna que la ignorancia y la despreocupación me daban, me sentía en mi flotador de ideas borradas y huecas, reía y vivía mejor que mucha gente, la verdad, pues mi ignorancia era perfecta, pero con ella no escapas de la muerte, sino todo el mundo seria así.

No lo vi llegar porque no existía para mi, y me pilló sin saber qué sentir ni qué me había dejado por hacer. Mi vida era el mañana, los planes del finde o el trabajo del siguiente lunes no, al otro, y nunca pensaba en el hoy, por eso me lo dejé todo en vuestro aquí.

Sueles sentirte muy mal al morir, pues pierdes todo lo que hasta entonces tenias y querías; luego no es para tanto. Aquí haces nuevas amistades y consigues nuevos recuerdos, que finalmente también vuelves a perder, porque esto de aquí también acaba, ¿o que creíais? La existencia es una rueda enorme. Todo empieza y acaba. Este mundo del allá, que ni es cielo ni infierno, o al menos no se parece a ninguno de los dos tal y como los describió Dante, es solamente una versión difusa del allá mío, incluso a veces creo que es lo que para mi fue y vosotros es, pero desde otro punto de vista, como en un espejo de feria. Bueno, no importa, el hecho es que nunca pararemos de caer, levantarnos, caer... en definitiva, nacer solamente para morir. Creo que me mato un mendigo de mi calle. Por detrás no tenia ojos, y ahora tampoco, por eso no sé bien su identidad. Solo vi sus botas y estaban sucias con manchas rojas de barro reciente, como el de al lado del parque de mi casa, por eso creo que fue él. Ademas olía raro, como a sudor seco. Pero qué importa. Está hecho. No le guardo rencor porque acabara como yo y porque hizo algo sin pensarlo y ya está. En cierto modo le tengo un poco de envidia, pues yo nunca hice nada sin pensarlo mucho tiempo antes. Nada me aporto realmente una felicidad plena como la que ahora, que hago siempre lo que quiero, tengo.

Mi tercera vida fue desaprovechada. Menos mal que de una vida impar a una par conservas la memoria, así que quién sabe como perderé el tiempo en la que viene.

Bueno, de momento, haré algo sin pensar. A ver que se me ocurre.


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